Tras el enorme madrugón (la cita en el cole era a las 4:30), hemos llegado a Nápoles en el vuelo desde Barcelona que apenas ha durado un par de horas. Nada más aterrizar estaban esperándonos, primero, nuestra simpática guía napolitana, Roberta, y el autobús, junto con el dueño de la empresa y nuestro viejo conocido, el chófer, también napolitano, Luca. Él solo ha venido a saludarnos.
Enseguida hemos iniciado una panorámica por la ciudad, que nos ha llevado a ver la ciudad desde sus colinas, para, después, pasear, en primer lugar, por el centro ciudadano y, luego, por el casco antiguo. Nápoles, una ciudad abigarrada y decadente, nos ha mostrado su peculiar belleza.
Hemos cenado pasta y pollo, que ha sido del agrado de los viajeros. Mañana más.
Abrazos.
Isabel, Pepe y Pedro.